domingo, 8 de noviembre de 2015

Toxoplasmosis Congénita.

Aspectos generales.
La infección por T. gondii es una zoonosis que se encuentra mundialmente distribuida y esto la distingue de otras parasitosis que afectan sobre todo a los países tropicales, y no son endémicas en los países desarrollados. Sin embargo, hay variaciones en la prevalencia entre las diversas regiones geográficas del mundo. Estas variaciones parecen correlacionarse con la alimentación y los hábitos higiénicos de las personas, lo cual soporta la ruta oral como el mecanismo más impor- tante de transmisión. Por esto, las diferencias existentes entre los sistemas de crianza de animales para consumo humano, los sistemas de riego de aguas en los cultivos, las costumbres alimentarias de los grupos humanos, y las condiciones higiénicas generales, juegan un papel funda- mental en la transmisión de las infecciones por T. gondii en cada zona geográfica. Ciertas temperaturas y humedades favorecen la maduración y la supervivencia de los ooquistes. Los climas muy fríos o muy calientes o secos son adversos para el parásito. No existen diferencias en la seroprevalencia de la infección entre ambos géneros, pero aumenta con la edad por el riesgo acumulado de exposición.
Los seres humanos se pueden infectar generalmente por dos rutas:
  1. Por ingestión o manipulación de carne cruda o mal cocida (en especial cerdo y cordero) que contienen  quistes tisulares, y/o
  2. Por ingerir agua, vegetales, frutas o también otros elementos (tierra o arena) contaminados con ooquistes que se excretan en las heces de felinos con la infección.

Casi todas las infecciones pasan inadvertidas en la clínica, lo que hace difícil establecer la ruta específica de transmisión. Recientemente se han descrito en seres humanos varios brotes epidémicos asociados con el con- sumo de agua no filtrada, y parece que este modo de trans- misión es más común de lo que se estima.
La transmisión en la lactancia o transmisión directa de humano a humano no se ha descrito, excepto la que ocurre de la madre al feto en el curso de la infección aguda durante el embarazo. En esta infección, la placenta puede ser infectada, y de allí puede infectar al feto. Se cree que cuando ocurre la infección placentaria, puede persistir durante toda la gestación, lo cual pone a riesgo al feto en el resto del embarazo19.
La infección materna antes del embarazo no supone riesgo para el feto; sin embargo se han descrito excepcio- nalmente transmisiones en mujeres que se infectaron por lo menos dentro de 3 meses antes de la concepción.

Ahora si, hablemos del embarazo.
Fuentes de la infección por T. gondii durante el embarazo.
El factor de riesgo que más predecía la infección aguda en las mujeres embarazadas era el consumo de carnes mal cocidas de cordero, res y animales de caza. Asimismo, el contacto con tierra y el viajar fuera de Europa y Norte América eran factores asociados. El contacto con gatos no fue un factor de riesgo. Entre 30% y 63% de la infección en distintos centros se atribuyeron al consumo de carnes mal cocinadas o curadas (como salami) y entre 6% y 17% por contacto con tierra.
En un reciente estudio de casos y controles sobre factores de riesgo en mujeres embarazadas en Armenia (Colombia) se observó que los factores de riesgo más importantes fueron: el consumo de carnes mal cocidas, seguido por tomar bebidas que se preparaban con agua sin hervir, y el contacto con gatos jóvenes (menores de 6 meses); además, el consumo de agua purificada en botella era un factor protector contra la infección .

Riesgo de la infección durante el embarazo.
 El riesgo de la infección por T. gondii durante el embarazo en una población determinada depende de:

1. La circulación del parásito en el medio y la comunidad.
Esto se puede reflejar en los cambios de la prevalencia de la infección por T. gondii en la población general en el curso de los años.
2. El riesgo que tienen la mujeres susceptibles de adquirir la infección en el curso del
embarazo (incidencia de infección durante el embarazo)

Riesgo de transmisión de la madre al feto.
El riesgo de la TC en los neonatos se relaciona directamente con tres factores:
1. La incidencia de la infección aguda en las mujeres
durante el embarazo,
2. La edad gestacional en la que la mujer embarazada
adquirió la infección y,
3. Los programas de salud pública instituidos para preve-
nir, diagnosticar y tratar la infección durante el embarazo. Se discutirá este último factor en la sección de prevención.

La prevalencia mundial de la TC en recién nacidos
Puede variar de 1 a 10 por 10,000 nacidos vivos (NV), sin embargo varía según el área geográfica: Suecia: 1/10,000 NV, Brasil: 3/10,000 NV, Francia: 10/10,000 NV)2,19,24. En Colombia se estima que podría estar entre 2 y 10 por cada 1000 NV, lo que representa de 600 a 3000 niños que nacen cada año con infección congénita 1 . Recientemente un estudio en Armenia (Quindío) demostró una alta preva- lencia entre 0.2% y 0.8% .
El riesgo de TC varía mucho de acuerdo con el momento de la gestación cuando la madre se infecta. Si ocurre dentro de las dos primeras semanas de embarazo, el riesgo es muy bajo, pero aumenta a medida que avanza la gravidez.
Diferentes trabajos concluyen que durante el primer trimestre puede variar de 3% a 11%, en el segundo trimestre de 16% a 30% y para el tercer trimestre puede ser de 30% y más de 60%. Así, el riesgo global de transmisión es 29%, pero depende sobre todo de la edad gestacional en el momento de la infección materna.

Riesgo de secuelas clínicas en el niño infectado congénitamente .
 El riesgo de transmisión materno-fetal y el riesgo de secuelas en el feto se relacionan de modo inverso con la edad del embarazo. Las infecciones tempranas de la madre en la primera mitad, tienen menor riesgo de transmisión materno-fetal, pero si se contamina el feto, podrá resultar en infección congénita severa, muerte fetal in útero o aborto espontáneo. Por el contrario, en las infecciones maternas tardías en el embarazo, si el feto se infecta, por lo general resulta en neonatos que parecen normales. La frecuencia de infección subclínica en neonatos puede ser tan alta como 85%. Esta infección por rareza se descubre, y si no se trata a tiempo, algunos de ellos desarrollarán coriorretinitis en la segunda o terce- ra décadas de la vida.
El riesgo de desarrollar por lo menos uno de los signos clínicos clásicos (calcificaciones intracraneales, coriorre- tinitis y/o hidrocefalia) antes de los tres años de edad en el niño congénitamente infectado, tiene una asociación muy fuerte con el momento de la seroconversión maternaEste riesgo disminuye de 61% (IC 90% 37%-83%) si la infección ocurrió entre las semanas 13 a 25 (IC 90% 19%- 31%), si la infección fue a la semana 26, y a 9% (IC 90% 4%-16%) si la infección ocurrió en la semana 36.

Riesgo de signos clínicos en niños expuestos a la infección materna.
Para una mujer embarazada con diagnóstico de infección aguda, el conocimiento de los riesgos de secuelas clínicas en su hijo es importante; sin embargo, debe decidir primero si se somete al diagnóstico prenatal para confirmar o descartar que el feto esté infectado.

Manifestaciones clínicas de la infección en el embarazo
Casi 90% de las infecciones agudas por toxoplasmosis en la mujer embarazada pasan inadvertidas. Los signos y síntomas con frecuencia son tan leves que las mujeres ni siquiera los recuerdan al dar a luz a un recién nacido con toxoplasmosis congénita . La manifestación clínica más común es la linfadeno- patía, que compromete más a menudo las regiones linfáticas cervical y sub-occipital, donde hay aumento discreto de tamaño. Los ganglios suelen ser de firmeza variable, no supuran y no duelen. Por todo esto a veces la paciente se los encuentra casi de modo accidental. Por rareza puede desarrollarse una linfadenopatía difusa y en ocasiones se puede presentar con fiebre de bajo grado, adinamia, malestar general y cefalea. En algunos casos la linfadeno- patía puede persistir varios meses o recurrir. Se cree que cuando aparece la linfadenopatía la infección ha ocurrido entre 4 y 8 semanas antes3,19. Este dato clínico es impor- tante para sospechar el posible momento de infección. El riesgo de transmisión al feto no depende de la aparición de síntomas en la madre durante la gestación.
Es posible que una mujer con una infección latente o crónica por T. gondii pueda mostrar una reactivación en forma de coriorretinitis durante su embarazo. Esta reacti- vación no significa riesgo para el feto35.Parece que la infección se reactiva de manera local sólo en estructuras intraoculares. Las pacientes embarazadas con enferme- dad avanzada por VIH, sí pueden hacer la reactivación sistémica de una infección latente y causar infección fetal, aunque el riesgo de presentarse es bajo.

Manifestaciones clínicas de la infección en el recién nacido.
La toxoplasmosis congénita tiene una amplia variedad de presentaciones clínicas; sin embargo, se podría condensar en estos cuatro grupos:
  1. Una enfermedad neonatal manifiesta en el momento
de nacer.
  1. Una enfermedad leve o severa que se evidenciaPara ampliar la información haz click aquí
durante los primeros meses de vida del niño.
  1. Una secuela o una recaída de una infección no diagnosticada, que puede aparecer durante la infancia o la adolescencia.
  2. Una infección subclínica, con una prueba serológica que confirma o demuestra la infección.
En el primer grupo son indudables la infección y sus consecuencias, pero en los otros grupos, las secuelas definitivas de la infección, presentes después en la vida, pueden ser muy inciertas, en especial si estos niños no se han diagnosticado y tratado a tiempo. En diferentes estudios la frecuencia de la presentación clínica de cada grupo es muy variable, pues depende del tiempo de seguimiento que se le haya ofrecido a los niños.
Es probable que si los niños infectados sólo se evalúan en el momento de nacer, la mayoría estarán asintomáticos, pero si se hace una evaluación en edades mayores, esta probabilidad cambie. Este fenómeno es fundamental para entender y calcular el verdadero impacto de la infección congénita en una población. Aproximadamente 85% de los recién nacidos con TC son subclínicos al nacer.

Tratamiento de la infección por T. gondii en la embarazada.

El tratamiento de la infección en la mujer embarazada no es necesario para ella. Se administra para prevenir y/o tratar la infección por T. gondii del feto. Este tratamiento a la mujer embarazada con infección por toxoplasma podría reducir la incidencia y severidad de la infección fetal.


Laura Catalina Bohórquez Piñeros
U.D.C.A
Facultad de Medicina 

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